Religión, Estados Pontificios y el Sacro Imperio romano germánico
El Poder Temporal de La Iglesia
Tras el edicto de Milán (313), el emperador Constantino entregó a al Iglesia una serie de propiedades en Roma para que se utilizarán como residencia papal y para las actividades de culto. Más tarde, se le añadieron también algunos territorios del centro de Italia y de Sicilia, que se denominaron Patrimonio de San Pedro. Pero, a mediados del siglo VIII , muchas de estas posesiones se habían perdido a causa de la invasión lombarda.
Cuando los lombardos asediaron Roma, el papa Esteban II pidió ayuda al rey de los francos, Pipino el Breve. Su intervención permitió la liberación de Roma y la restitución de los territorios de la Italia central al papado. Allí nacían los llamados Estados Pontificios.
Los Estados Pontificios
Recibió este nombre una serie de territorios situados básicamente en Italia que quedaron bajo el poder civil del papa entre los años 756 y 1870, año de la unificación italiana.
Este modelo de gestión territorial permitió a la Iglesia, durante muchos siglos, permanecer independiente de otros dominios políticos y le garantizó «libertad de acción» para poder llevar a cabo su labor pastoral y evangelizadora. Como contrapartida, en algunos aspectos el papa se convirtió en un señor feudal.
El Sacro Imperio romano germánico
La alianza entre el papado y los francos se consolidó con el sucesor de Pipino el Breve, su hijo Carlomagno. El papa León III lo coronó emperador en la Navidad del año 800.
Se instauraba así un nuevo imperio en Occidente, el Imperio carolingio, con el ideal de reconstruir el Imperio romano bajo el signo de la fe cristiana y apoyándose en los nuevos pueblos germánicos. Posteriormente fue llamado Sacro Imperio romano germánico.
Con la instauración del nuevo Imperio cristiano, se consolidó la idea medieval de una Europa unida en la fe cristiana, la llamada cristiandad. Su objetivo era unir a todos los pueblos de Occidente:
- Bajo un mismo señor, el emperador, quien protegía al papa y a la Iglesia.
- Con una misma fe cristiana, bajo la guía y la tutela del papa.
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